"¡Te traje flores, mami!" Dio tres vueltas sobre sí mismo y se cayó del sofá rodando hacia delante. Algunas personas expresan su emoción con palabras. Otras necesitan todo su cuerpo y un radio de un metro. Mi hijo pertenece a esta última categoría.
"¡Mira las flores! Las compré para ti. Las compramos papá y yo". En cuestión de segundos, se encaramó al borde de la encimera y se agachó como un babuino inspeccionando la espalda de un amigo peludo en busca de insectos. Manoseó los pétalos de rosa con una delicadeza que yo no creía posible, gracias al entrenamiento que seguro que recibió de su padre.
Benjamin volvió a centrar su atención en mí. "Porque", dijo, con seriedad en su voz, "los guh-wuls necesitan flores".
Las chicas necesitan flores
Me mordí la risa y le dije a Ben que, si recordaba esas tres palabras, le iría bastante bien con las mujeres de su vida. No era la primera vez que mi hijo pronunciaba una frase tan políticamente incorrecta. Entre otras que oigo a menudo están:
"Papá y yo cuidamos de ti y de Ryleigh porque somos los HOMBRES de la casa".
"Nos encantan los guh-wuls de nuestra casa".
"Papá y yo nos encargaremos de eso porque somos FUERTES".
Y mi favorito personal:
"Cuando crezca y sea papá..."
El superhéroe de todos los niños
Mi hijo tiene tres años, pero está convencido de que tiene la fuerza de un oso negro adulto (que es el mejor tipo de oso, según él, por cierto). Está convencido de que necesito su ayuda para levantar o mover cualquier cosa que contenga masa. Y si no es capaz de ayudar de la manera que él cree que puede, se apresura a decirme: "No te preocupes, papá puede hacerlo".
Claro, llevé al humano durante nueve meses y lo di a luz y todo eso. (Bla, bla, ¿verdad?) ¿Pero cuando papá entra en la habitación? Él. Es. El. Hombre.
Luchan, se dan puñetazos y se tiran al suelo. Muestran sus músculos, construyen (y luego destruyen) elaboradas creaciones de LEGO y hacen muchísimo ruido. Y cuando suena la cerradura de la puerta al final del día, Ben corre por el pasillo gritando: "¡Es papá, es papá! Ha llegado papá".
Pero la primera vez que oí a Ben decir: "Cuando sea mayor y sea papá...". Pensé que estaba confundido. El contexto no tenía sentido. Estábamos hablando de su tipo de vehículo favorito, y dijo con naturalidad: "Cuando sea papá, conduciré una camioneta roja".
No le di mucha importancia hasta que empezó a decir esta frase más a menudo. Me decía que, cuando fuera papá, conseguiría un trabajo como obrero de la construcción, o se compraría su propio camión de bomberos, o llevaría zapatos tan grandes como los de papá, o se compraría un monovolumen para mí (no se atrevería con el todoterreno).
Y entonces me di cuenta. En la mente de mi hijo, crecer y convertirse en adulto -en hombre- era sinónimo de paternidad.
Cuando sea papá de mayor
Por las mañanas, Ben planta un suave beso en la mejilla de Ryleigh y hace lo mismo conmigo. Luego mira a su padre y le dice: "He dado los buenos días a mis guh-wuls". Consuela a su hermanita cuando está enfadada, le pasa un brazo protector por los hombros cuando alguien que no conoce le habla y en la mesa le dice: "¡Gracias por hacer la cena, Mary, está buenísima!". (Sí, me llama Mary. Estoy trabajando en ello).
Ben observa a su padre como un halcón e imita las cosas de tipo duro y agitado, pero también imita las cosas amables, de cuidar de la familia. Porque todo lo que Ben sabe sobre cómo tratar a su madre y a su hermana lo ha aprendido de su padre.
Todo lo que Ben sabe sobre ser humano, sobre ser un niño, lo ha aprendido de papá. Así que si papá es fuerte y papá protege a su familia y papá sigue a Jesús... entonces eso es lo que Ben también quiere hacer.
Puede que intentemos restar importancia a un padre en un mundo obsesionado con redefinir la familia y el matrimonio, pero no podemos eludir la verdad. Los padres importan. El papel bíblico de un padre en la vida de sus hijos es a la vez misterioso y hermoso.
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El padre perfecto
En un mundo en el que casi 1 de cada 4 familias carece de padre, sería ingenuo esperar que el Día del Padre sea una celebración para todos. Aunque el diseño de Dios para la paternidad es perfecto, vivimos en un mundo caído en el que todo lo que toca el ser humano está plagado de imperfecciones.
Pero para quienes crecieron sin una figura paterna piadosa o incluso decente, o incluso para aquellos cuyos padres ya no están aquí, podemos encontrar descanso y alegría en la verdad de que nuestro Padre Celestial nos ama perfecta e incondicionalmente. Él ofrece la salvación a los que creen en la muerte sacrificial y la resurrección de su hijo, Jesucristo, y una relación aquí en la tierra que culminará en una reunión interminable con él en la eternidad.
Él es el Padre perfecto, del que podemos aprender, seguir e imitar. Al que podemos mirar y decir: "Quiero ser como tú".
Feliz Día del Padre
Mientras nuestra pequeña familia celebra el Día del Padre este fin de semana, me deleitaré con la multitud de maneras en que mi hijo imita y sigue a mi marido. Y saborearé cada vez que oiga una frase que empiece con: "Cuando sea mayor y sea papá...".
Porque quizá no sea eso lo que mi hijo quiere decir. Quizá lo que está diciendo en realidad es: "Cuando sea mayor, quiero ser como mi papá".
Y me parece bien.