Rezar para poner fin al aborto: La historia de Amanda - The Pregnancy Network

Rezar para poner fin al aborto: La historia de Amanda

A veces no hay palabras. Ese día no las había para Amanda. Estaba sentada en la unidad móvil de ecografía, con la cabeza entre las manos, mientras las lágrimas se deslizaban entre sus dedos. Sabía que estaba embarazada. Lo sabía desde hacía unas semanas. Estaba destrozada.

Y así lloró.

Lauren, la enfermera, dejó que Amanda llorara en el silencio. En los momentos que siguieron, Amanda consiguió encontrar las palabras para compartir su historia. Y la verdad de su historia era asombrosa.

El poder de la presencia

Días antes, Amanda había entrado en el aparcamiento de A Woman's Choice. Se quedó mirando el edificio, algo destartalado, que prometía devolverle la normalidad a su vida. Su embarazo no había sido planeado ni deseado. El momento no era el adecuado y Amanda quería rebobinar su vida a una época en la que las cosas no fueran tan complicadas. El aborto era la mejor opción. Su mejor oportunidad. Su única opción.

Pero si eso era cierto, ¿por qué seguía sentada en el coche?

Fue entonces cuando los vio. Un mar de camisas azules, reunidas a poca distancia y mirando hacia el aparcamiento. El brillo de los colores parecía fuera de lugar aquí en comparación con el ladrillo descolorido, la grava y las hierbas furiosas que se abrían paso por cada grieta y hendidura.

Pero la miríada de camisas azules no era lo que más llamaba su atención. Eran las caras. Las posturas. Algunas personas estaban arrodilladas en el suelo, con la cabeza inclinada y el rostro compungido. Otros estaban de pie con las manos levantadas hacia la clínica abortista -hacia ella- mientras sus bocas se movían en silencio. Rezando. Todos rezando.

Amanda se arrellanó aún más en su asiento, como si creando más distancia entre ella y la multitud de gente pudiera borrar su presencia.

Yopensó. Están rezando por mí.

Y mi bebé.

Era sábado por la mañana. ¿Por qué estaba allí esa gente? Los de la camiseta azul no la conocían y, sin embargo, sintió como si realmente se preocuparan por ella. Y por la persona que llevaba dentro.

Amanda se dio cuenta de que ahora tenía la mano apoyada en el estómago, como si quisiera proteger a la pequeña vida que llevaba dentro del peligro que la acechaba. Y en ese momento, Amanda supo que esa postura -proteger, resguardar, proteger- era exactamente lo que debía hacer como mujer.

Como madre.

De alguna manera, saber que esas personas de camisa azul se preocupaban por su decisión le hizo pensar que tal vez, sólo tal vez, podría tomar una decisión diferente.

Junto a la multitud de gente, Amanda vio un autobús rosa brillante. No lo había visto antes, pero ahora las palabras a los lados-Cuidadoso, Compasivo, Confidencial-parpadeaban con luces de neón.

Amanda tecleó el número del autobús en su teléfono. Lo guardó. Llave en contacto. Coche en marcha atrás. La clínica detrás de ella.

Decisión tomada.

El poder de la oración

Así fue como Amanda se encontró en la unidad móvil unos días después. Le contó a Lauren su historia y le dijo que, aunque seguía teniendo miedo e incertidumbre, sabía que quería quedarse con su bebé. Lauren pudo ofrecerle una ecografía gratuita y se reunió con ella en varias visitas posteriores para hablar de formas prácticas de proporcionarle apoyo durante y después del embarazo.

Si ahora, meses después, le preguntas a Amanda cómo se siente con su embarazo, te dirá que está entusiasmada por conocer a su bebé. Con el apoyo de su familia y del Care Center, está preparada para afrontar el futuro sin miedo.

También te dirá que fue la visión de la gente rezando por ella lo que le hizo abandonar la cita para abortar aquel día.

[click_to_tweet tweet="Fue la visión de la gente rezando por ella lo que le hizo alejarse de la cita para abortar ese día." quote="Fue la visión de la gente rezando por ella lo que le hizo alejarse de la cita para abortar ese día."]

La oración de urgencia

En su libro Conocer a DiosJ.I. Packer escribe: "Las personas que conocen a su Dios son ante todo personas que oran, y el primer punto en el que su celo y energía por la gloria de Dios se expresan es en sus oraciones: .... Sin embargo, si en nosotros hay poca energía para esa oración, y poca práctica consecuente de la misma, esto es una señal segura de que todavía apenas conocemos a nuestro Dios".

La presencia de quienes se congregaron ante la clínica abortista aquel sábado es una hermosa demostración de lo que significa conocer a Dios. Porque si afirmamos preocuparnos por los no nacidos y las mujeres en crisis, pero nos negamos a dedicar tiempo a interceder por ellos, ¿cómo podemos decir que amamos de verdad a Dios o que le conocemos?

Nuestro deseo es que seamos una organización, una comunidad y una ciudad que ora. Que nuestro deseo de ver honrado el nombre de Dios se traduzca en una gran energía para Dios, y que comience con una gran energía en nuestra vida de oración.

No nos equivoquemos, estamos en guerra. Y en esta guerra luchamos, no contra las mujeres, ni contra los que se nos oponen, ni siquiera contra un abortista. Más bien, luchamos contra "las fuerzas espirituales del mal en los lugares celestiales" (Ef. 6:12).

Así que pongámonos toda nuestra armadura y oremos "en todo tiempo en el Espíritu, con toda oración y súplica" (Ef. 6:18). Recemos por las Amandas y los novios y los voluntarios abortistas y los abortistas que también están atrapados en esta guerra.

Y regocijémonos en la verdad de que Cristo ya tiene la victoria, y un día, "Enjugará toda lágrima de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas [habrán] pasado" (Ap. 21:4).

Y en los días en que no haya palabras, recordemos que "Estas palabras son dignas de confianza y verdaderas" (Ap. 21:5).

Y son suficientes.